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Aptitud y vocación

Sufrimos también aquellos que por falta de vocación contrariamos una aptitud natural. Los dedos de mis pies, por ejemplo, tienen el mal hábito del geotropis­mo, y persisten en crecer hacia abajo, adelgazados sus extremos, hundiéndose en la tierra al menor descuido. El peligro de echar raíces me obliga a permanecer siem­pre en movimiento, a preferir las caminatas o las carre­ras sobre el asfalto, a evitar por sobre todas las cosas pisar la tierra húmeda, a dormir boca arriba no más de un par de horas seguidas, aun a riesgo de que tanto aje­treo me haga caer las hojas antes de tiempo y malogre mis frutos, ya de por sí escasos y esmirriados.

Ana María Shua
Argentina (1951)